Nadie nos prepara para la muerte de ningún ser querido. Ni por mucha preparación que pudiéramos tener no dejaría de ser más que un querer buscar entendimiento sin hallarlo.

Un entendimiento racional a esa situación que desconsuela tu alma y rompe en pedazos tu corazón.

La vida es maravillosa y nos aferramos a ella por encima de todo.

Nuestro instinto primitivo de supervivencia nos acompañará hasta nuestro último aliento porque desde que nacemos llevamos esa programación en todo nuestro sistema nervioso. Ese es nuestro principal objetivo y haremos todo lo que sea necesario para lograrlo.

No hay muerte cuando entiendes y sientes que eres un ser infinito, un ser de luz viviendo una experiencia material en un cuerpo físico.

Entonces, si somos infinitos ¿Quién muere?

Muere tu cuerpo físico, deja de latir tu corazón y tu alma abandona ese cuerpo que le sirvió de vehículo durante esa vida para ir a otro plano, un plano no visible a los ojos del ser humano, pero no por ello menos real.

Esa alma transita para reencontrarse finalmente con su familia de almas y así seguir velando y guiando a los que permanecen aún en el plano físico.

¿Por qué nos da tanto miedo la muerte?

Porque siempre nos da miedo todo lo desconocido y habitualmente solo creemos en lo que vemos. Porque nos aferramos a lo que tenemos y cuando dejamos de tenerlo nos sentimos desamparados, sin capacidad de entender por qué ya no están con nosotros. Buscamos respuestas al por qué y no hallamos ninguna que nos consuele.

Cuando comprendes que todos y cada uno de nosotros tenemos una misión en esta vida y que ésta es la que va a reconducir cómo vivirás todos los años de tu vida y también cómo vas a morir, dejarás de preguntarte el porqué de todo lo que te sucede y empezarás a buscar respuestas al para qué la vida me presenta esta situación. La cual debo de vivir por difícil que sea para mí el poder entenderla y más aún aceptarla.

Unas personas no hallarán consuelo ni explicación porque para ellos será incomprensible que Dios, la Vida, el Universo pueda actuar de esta manera.

Sin plantearse que esa situación forma parte de un plan divino y que cada uno de nosotros somos piezas esenciales para que se lleve a cabo.

No debemos jugar a ser Dioses e intentar controlar todo lo que sucede en nuestras vidas e incluso en la vida de los demás pensando que sabemos qué es lo mejor para todos.

Conseguir ser una mejor versión de la que fuiste el día anterior, con el impacto que eso trae a tu entorno debería ser tarea más que suficiente para sentirte parte fundamental de este mundo.

Y eso pasa por vivir con aceptación, que no resignación, todas tus experiencias vitales, aunque las consideres sumamente dolorosas. Piensa que nunca van a ser caprichos malintencionados de la Vida, o de nuestro Creador, o de un Ser Superior… sino manifestaciones en tu realidad de nuestro nivel de consciencia, tanto del tuyo como del de las personas de tu entorno.

Tener la capacidad de ampliar cada día tu nivel de conciencia te permitirá vivir de manera más amorosa y con mayor comprensión todas las pérdidas en tu vida. Sabiendo que estás siendo guiado en todo momento por una Consciencia mayor cuya única misión es amarte por encima de todo para que tú también puedas ser esa luz de amor para el mundo.

Dedicado a C.G.S fallecida el 20 de marzo de 2021. Las grandes personas como tú perduran siempre en nuestro corazón. Que tengas un feliz tránsito a la luz.

Photo by Sharon McCutcheon on Unsplash

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